La ciudad: En el trayecto que llega desde el aeropuerto encontramos uno de los monumentos más curiosos: una entrada de tres arcos en colores rosa y blanco. Pronto descubriremos que son las tonalidades con las que están pintados la mayoría de los edificios de El Aaiún. Cerca de esta entrada se encuentra la Plaza Mechouar, una de las más grandes de la ciudad y que está rodeada de palmeras enanas. Otra plaza interesante es la de la Resistencia, especialmente si lo que queremos es disfrutar de un café al aire libre. En sus alrededores, encontrarás tiendas y oficinas de servicios, además de la estación de autobuses. Probablemente, la imagen más llamativa de la ciudad sean los tejados en forma de media esfera que rematan muchas de las casas. Tradicionalmente, este tipo de construcción era la mejor opción para aliviar el calor del desierto. Podrás ver algunas junto a la Mezquita de Moulay Abdel Aziz, el edificio más imponente de El Aaiún. La antigua iglesia católica está ubicada en la zona más vieja de la ciudad y tanto ella como las edificaciones circundantes también adoptaron esta peculiar forma de rematar el tejado.
La zona nueva de El Aaiún acoge la zona comercial, varios hoteles, así como mercados callejeros de frutas, verduras, carne, etc.
Playas: El Aaiún cuenta con magníficas playas, muchas de ellas desiertas. Merece la pena acercase hasta ellas y fotografiarse en sus casi infinitas extensiones de arena.
Tarfaya: Esta pequeña ciudad se encuentra a unos 100 km. de nuestro destino. El 1 de marzo 1799 Sulayman de Marruecos firmó un acuerdo con Carlos IV en el que reconocía que las regiones de Saguia el Hamra y Cabo Juby no formaban parte de sus dominios.
En 1879, la británica Compañía del África Noroccidental estableció aquí un puesto al que bautizaron como Port Victoria.
Además, tiene el encanto de los rincones perdidos y una especial atmósfera marinera. En su puerto, podrás contemplar cómo las dunas que rodean la ciudad se introducen en el mar. Esta vista inspiró a Saint-Exupéry para escribir sus obras maestras “El Principito” y “Citadelle”. Si buscas ambiente windsurfero también estás de enhorabuena porque en sus amplísimas playas se reúnen muchos amantes de este deporte.
Parque Nacional Khnifiss: A unos 80 km. al norte de El Aaiún se encuentra esta joya ecológica. Se trata de una zona de humedales, desierto y dunas costeras que es candidata a figurar en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad. El interior del parque acoge la Laguna de Nahila, una de las mayores de toda la costa marroquí y hogar de gran cantidad de aves. Al sur hallamos otro paisaje espectacular: las Salinas de Sebkh Tazra.
Sidi Akhfenir: A 110 km. en la misma carretera junto al mar se sitúa este pueblo de rápido desarrollo que ofrece buenos servicios al transporte, restaurantes, tiendas y cafés.Es un centro neurálgico de la pesca artesanal por lo que los aficionados a la pesca con caña desde la costa tienen aquí un paraíso. A escasos kilómetros en dirección Tan Tan, hay un impresionante agujero en los acantilados junto al mar que también suele despertar la admiración de los turistas.
Tah: Si viajamos hacia el norte de El Aaiún, a 35 km. encontramos esta ciudad, antigua frontera del Sahara Español y puesto militar. Lo más interesante es que desde aquí se accede a la granlaguna salada de Sabkhat Tah.
Amgriou:Nos tropezaremos con este pueblo pesquero si viajamos por la carretera de la costa. Los españoles lo llamaban Playa Las Negritas y destaca por sus cabañas de pescadores, por su industria de algas para la exportación y, sobre todo, porque las inmensas dunas que lo rodean te dejarán boquiabierto.