Caleta de Sebo: Caleta de Sebo, capital de La Graciosa, es tal vez, uno de los rincones más peculiares de las Islas Canarias. Desde el pueblo de Órzola (norte de Lanzarote) salen diariamente barcos que en veinte minutos acercan al visitante a este santuario de paz, de casas blancas y calles de arena rubia, por las que se puede caminar descalzo. Tranquilidad en medio del océano y un lugar donde recargar las pilas agotadas por el ritmo de la civilización.
Playa de la Cocina (Montaña amarilla): Es una pequeña cala situada en la falda del monte llamado Montaña Amarilla. Este pequeño monte resulta impactante por su gran belleza paisajística con tonos amarillos, rojizos y marrones. La bonita cala, de apenas 50 metros de extensión, con un finísimo jable y unas inmejorables aguas, azul turquesa y verde, invita al baño instantáneo.
Playa de la Francesa: Es una playa virgen situada a dos kilómetros de distancia de Caleta de Sebo. Su fina arena blanca contrasta a la perfección con el azul turquesa del mar. Tiene forma de herradura orientada hacia el sur, por lo que el mar casi siempre está en calma. Se encuentra en el sur de La Graciosa, y por ello ofrece unas sobrecogedoras vistas del estrecho de mar y la gigantesca muralla de piedra natural que es el acantilado de Famara (Lanzarote).
Playa de las Conchas: Se encuentra en el norte de La Graciosa. Esta paradisiaca playa de gruesa arena blanquecina rodeada de un paraje rústico, mira a las islas vecinas y deshabitadas de Montaña Clara y Alegranza. Sus 600 metros de extensión y una anchura media bastante desahogada, permiten desconectar por completo en medio de este rincón natural.
Pedro Barba: Es el segundo de los núcleos urbanos de la isla, y está situado a 6 km de Caleta de Sebo, en el extremo nordeste de la isla. Hoy en día Pedro Barba es un núcleo vacacional de unas veinte casas, todas blancas, cuidadas y rodeadas de jardines con palmeras, que sólo están habitadas en verano. Cuenta con pequeña una playita de unos 110 metros de aguas tranquilas y transparentes, al resguardo de un espigón, donde darse un baño refrescante.